Al rescate de niños soldados

Banco Mundial, 24/05/2006

AL RESCATE DE LOS NIÑOS SOLDADO

El Banco apoya proyectos especiales para niños soldados en las naciones africanas de los Grandes Lagos

17 de mayo, 2006—Niños de tan sólo 6 ó 7 años empuñan armas en la volátil región de África central conocida como los “Grandes Lagos”, comenta Roisin De Burca, especialista superior en desarrollo social del Banco Mundial.

En las últimas décadas, grupos armados regulares e irregulares de Rwanda, la República Centroafricana, la República Democrática del Congo, Angola, Burundi y Uganda, han secuestrado y arrancado a niños de sus familias, aldeas, escuelas y campos de refugiados durante violentas incursiones que, a menudo, han dejado huérfanos a estos niños.

Los niños de la calle, ya indefensos y vulnerables, son un blanco fácil de reclutamiento.

Les enseñaron a los niños a convertirse en soldados, a empuñar armas y a matar.

Algunos fueron entrenados para ser espías, o los utilizaron como criados, cocineros o esclavos sexuales.

Las tropas consideraron que los niños era fáciles de controlar y manipular – además de prescindibles – cuenta De Burca, miembro del equipo del Banco que apoya los proyectos especiales del Programa multinacional de desmovilización y reintegración (MDRP) para los niños soldados de la República Democrática del Congo (RDC).

El Banco Mundial es un asociado clave del programa MDRP que contempla la reinserción de unos 400.000 excombatientes, inclusive niños soldados, a la vida civil en los países africanos de los Grandes Lagos, una zona que tras soportar décadas de conflictos, ha logrado una mayor estabilidad en los últimos tiempos.

Aún así, los grupos armados siguen reclutando niños a la fuerza en países como Uganda y la República Democrática del Congo.

En el norte de Uganda, los niños buscan la seguridad de las ciudades por la noche por temor a ser arrebatados de sus camas por el grupo rebelde Ejército de Resistencia del Señor (LRA).

Allí, un proyecto especial respaldado por el MDRP ha permitido que la Comisión de Amnistía colabore con organizaciones no gubernamentales y con otros asociados para asistir en el reasentamiento de millares de niños, según comenta Kees Kingma, especialista superior en desmovilización y reintegración del MDRP.

En la República Democrática del Congo, los grupos de protección a la niñez estiman que el número de niños soldados podría rondar los 30.000, dice De Burca.

Alrededor de 18.000 de estos niños están recibiendo asistencia gracias a los proyectos especiales y a un programa nacional para reintegrar a los ex soldados a la vida civil.

Pero varios miles más de niños y niñas no han sido “desmovilizados” y muchos continúan participando en conflictos en la parte oriental del país, mientras que la República Democrática del Congo se prepara para sus primeras elecciones libres en 40 años que tendrán lugar el próximo mes de julio.

“Los niños continúan siendo el blanco del reclutamiento entre la milicia de la República Democrática del Congo. Las agencias de protección a la infancia y los grupos de derechos humanos continúan informando sobre el abuso sexual de las niñas por los grupos armados”, señala De Burca, ex funcionaria de protección a la infancia del UNICEF, con años de la experiencia en la región.

“Todavía no se ha acabado. Es un proceso que todavía requiere el esfuerzo de todos, tanto a nivel político nacional como a nivel internacional”.

A través de las fronteras

Las organizaciones de protección a la niñez han trabajado para liberar a los niños soldados de la República Democrática del Congo desde 1996, cuando los rebeldes derrocaron al gobierno de Mobutu, en el entonces Zaire que ahora es la República Democrática del Congo.

Según De Burca, el movimiento rebelde, que inicialmente contó con el apoyo de Rwanda, reclutó a una gran cantidad de niños como soldados, cosa que también hicieron otros grupos rebeldes del país y de países vecinos.

“Todos utilizaron niños, algunos de tan sólo 6, 7 años. Los niños han estado activamente involucrados en este conflicto, tanto en la República Democrática del Congo como en otros países”.

“Niños congoleños han luchado en la República Centroafricana. Otros niños han cruzado la frontera entre Rwanda y la República Democrática del Congo, y Burundi y la República Democrática del Congo. Niños congoleños han sido entrenados en Uganda. Ha sido una guerra bastante compleja durante los últimos 10 años”, dice De Burca.

Privados de una niñez normal

Desde el principio del último conflicto, los organismos internacionales, como Save the Children Fund (Reino Unido) y el UNICEF, negociaron con los comandantes de la región oriental de la República Democrática del Congo para que se liberaran a los niños y cesara su reclutamiento, comenta De Burca.

Estos grupos defendieron los derechos de las niñas que fueron víctimas de la guerra y desarrollaron estrategias para trabajar con los niños durante y después del conflicto, agrega Donat.

Trabajaron asimismo con el nuevo gobierno para liberar a los niños del servicio militar y abogaron por una legislación que prohibiera el uso de menores de 18 años en las fuerzas armadas.

En 2002, el Banco, junto con donantes internacionales, financió proyectos especiales dirigidos a los niños soldados para que los grupos pudieran ampliar aún más su asistencia a estos niños.

Los proyectos brindaron albergue, tanto en centros como con familias adoptivas, asistencia psicosocial, localización de familiares, reunificación, educación y capacitación profesional especial.

Su objetivo es preparar a los niños para que se reincorporen a sus familias y a la sociedad, pero plantea a veces un desafío, señala John Elder, especialista principal de protección social.
“La idea es que estos niños se reintegren a la vida civil, pero muchos de ellos han pasado los últimos tres o cuatro años matando gente y están desocializados en muchos sentidos”, agrega.

A menudo, los niños soldados sufren a causa de la desnutrición, el trabajo pesado y la exposición a los elementos, y su estado físico es precario. También tienden a sufrir del síndrome de estrés postraumático, pesadillas, paranoia, comportamiento agresivo y violento, al igual que depresión, dicen los miembros del equipo del Banco Mundial que presta apoyo a los proyectos.

“Estos niños han sido privados de una niñez normal - el amor y el cuidado de sus familias, la posibilidad de ir a la escuela y de jugar con otros niños”, dice Elisabeth Maier, analista de operaciones del Banco.

De Burca agrega, “Necesitan el apoyo psicosocial de estos organismos que los preparan para que vuelvan a sus hogares, y les enseñan algunas tareas básicas que les permita reintegrarse a las comunidades y quizás volver a la escuela, o ir a la escuela por primera vez si es que aún no lo hecho, o a aprender algún oficio”.

Visitas de seguimiento

Según De Burca, la tarea de reunir a los niños con sus familias y sus comunidades – a veces reacias a recibirlos nuevamente – es ardua.

El lapso de separación entre la familia y el niño también determinará el tiempo necesario para una completa reintegración.

“Un niño que fue secuestrado cuando tenía 6 años y vuelve a los 16, es una persona diferente – una persona totalmente diferente – a la cual la familia tiene que adaptarse, mientras que ese joven tiene que volver a conocer a su familia”.

Bruno Donat agrega que el Banco acaba de terminar una revisión independiente de los proyectos el mes pasado, según la cual, los grupos han hecho un buen trabajo tratando de localizar a las familias, aunque sólo pudieron lograr que cerca del 60% de los niños hicieran alguna actividad, como ir a la escuela, una vez que regresaron a sus comunidades.

De Burca dice que el programa continuará esforzándose para llegar al 85%. “Es necesario un poco más de impulso para asegurar que la mayoría de los niños – y digo la mayoría, no estoy diciendo todos – realicen algún tipo de actividad”, agrega.

En algunos casos, resulta difícil y muy costoso hacer algo más que devolver a un niño a su familia en una zona alejada y difícilmente accesible. “No esperamos que cada niño logre algo más que la reunificación con su familia, pero debemos tratar de hacer todo lo posible”, dice De Burca.

El MDRP exhorta a los organismos de protección a la niñez para que realicen visitas de seguimiento, aunque entiende que esta tarea resulta difícil en zonas donde no hay caminos y existen problemas de seguridad. A veces, un trabajador social tiene que pasar cuatro o cinco días tratando de encontrar el camino para visitar a un niño en zonas inaccesibles.

Por esa razón, los organismos están alentando a las comunidades para que formen comités locales de protección a la niñez y se responsabilicen de los niños que se han reintegrado a la sociedad, dice De Burca.

El MDRP está preparando a los organismos de protección a la niñez para que trabajen con el nuevo gobierno de la República Democrática del Congo después de las elecciones de julio.

Donat agrega que, en la actualidad, los proyectos especiales dirigidos a los niños soldados colaboran con el programa nacional de la República Democrática del Congo para los ex combatientes adultos, quienes, al igual que los niños, está siendo reintegrados a la vida civil. Pronto, el programa nacional financiará directamente una mayor asistencia para los niños soldados (véase el artículo sobre el MDRP).

Principios de Ciudad del Cabo

El Banco también participa en políticas y discusiones sobre los programas para la niñez en general, habiendo acordado regirse por los Principios de Ciudad del Cabo, los cuales definen qué es un niño soldado, dice De Burca.

Este documento fue el resultado de un simposio celebrado en 1997 en Ciudad del Cabo, Sudáfrica, por el Grupo de Trabajo de Organizaciones no Gubernamentales para la Convención sobre los Derechos del Niño y el UNICEF con el propósito de elaborar estrategias para poner fin al reclutamiento infantil.

Los principios de Ciudad del Cabo definen al niño soldado como cualquier persona menor de 18 años que forma parte de cualquier tipo de fuerza armada regular en cualquier capacidad, inclusive niñas utilizadas como esclavas sexuales o niños empleados como espías o para otras labores.

Según estos principios, no es necesario que un niño porte armas para ser clasificado como niño soldado, aclara De Burca, agregando que actualmente se están revisando los principios de Ciudad del Cabo para que tengan una visión más global. Un nuevo documento de política velará por una interpretación común de lo que es un niño soldado, a fin de que la misma se pueda utilizar para dar forma a programas, financiamientos y enfoques del problema.

La revisión final del documento está programada para octubre.

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