Informe sobre desarrollo 2005
Banco Mundial, 23/09/2005La equidad refuerza el poder del crecimiento como medio de reducción de la pobreza: Informe sobre el dessarrollo mundial 2006
CIUDAD DE WASHINGTON, 20 de septiembre de 2005. La equidad, definida fundamentalmente como la igualdad de oportunidades para las personas, debería ser parte integral de una estrategia exitosa de reducción de la pobreza en todo el mundo en desarrollo, se afirma en el Informe sobre el desarrollo mundial 2006, publicado por el Banco Mundial.
“La equidad es complementaria de la búsqueda de la prosperidad a largo plazo”, dijo François Bourguignon, primer vicepresidente y primer economista, Economía del Desarrollo, del Banco quien dirigió el equipo que preparó el informe. “Una mayor equidad contribuye por partida doble a la reducción de la pobreza. Suele favorecer el desarrollo global sostenido y brinda más oportunidades a los grupos más pobres de una sociedad”.
En Equidad y desarrollo, preparado por un equipo de ocho autores encabezado por los economistas Francisco Ferreira y Michael Walton, se presentan argumentos a favor de la equidad, no solo como fin en sí misma, sino también, en muchos casos, como medio de estimular el aumento y la productividad de la inversión, lo cual acelera el crecimiento. En el informe se demuestra que una marcada desigualdad de bienes y oportunidades, tanto dentro de las fronteras nacionales como entre diferentes países, contribuye a mantener la privación extrema, a menudo de gran parte de la población. De este modo, se desperdicia el potencial humano y, en muchos casos, se frena el ritmo del crecimiento económico sostenido.
Las políticas que favorecen la equidad pueden subsanar esa desigualdad, concluyen los autores. El objetivo no es alcanzar la igualdad de ingresos, sino, antes bien, ampliar el acceso de los pobres a la atención de la salud, la educación, el empleo, el capital y los derechos de propiedad de la tierra. La equidad exige, como requisito crucial, una mayor igualdad de acceso a las libertades políticas y el poder político. También implica poner fin a los estereotipos y la discriminación, y mejorar el acceso a los sistemas de justicia y la infraestructura.
“La acción pública debería estar orientada a ampliar las oportunidades de quienes tienen menos representación, recursos y posibilidades”, afirma Paul Wolfowitz, presidente del Banco Mundial, en el prefacio del informe. “Debería hacerlo de manera tal de respetar y reforzar las libertades individuales y la función que cumplen los mercados en la distribución de recursos”.
Para aumentar la equidad dentro de los países en desarrollo, en el informe se exhorta específicamente a aplicar políticas que corrijan la desigualdad permanente de oportunidades nivelando las condiciones económicas y políticas. Muchas de esas políticas, algunas de las cuales se detallan a continuación, también permitirán aumentar la eficiencia económica y corregir fallas del mercado:
· Invertir en la gente, ampliando el acceso a los servicios de salud y educación de buena calidad, y organizando redes de protección social para los grupos vulnerables;
· Ampliar el acceso a la justicia, la tierra y la infraestructura económica, por ejemplo, caminos, obras de abastecimiento de agua y saneamiento, y telecomunicaciones;
· Promover la justicia en los mercados financieros, laborales y de productos, para que la población pobre puedaacceder más fácilmente al crédito y el empleo, y no se vea discriminada en ningún mercado.
Entre los cambios normativos que promueven la equidad se halla la reforma agraria. En el estado indio de Bengala Occidental, por ejemplo, una reforma del arrendamiento de la tierra aumentó la seguridad de la tenencia para los aparceros y les garantizó, como mínimo, el 75% de la producción. Como resultado de esas medidas, la productividad de la tierra aumentó el 62%. Ampliar el acceso de la población pobre al crédito y el seguro ha demostrado ser otra forma efectiva de nivelar las oportunidades de lograr una mayor prosperidad. Algunos estudios llevados a cabo en India, Kenya y Zimbabwe, entre otros países en desarrollo, muestran que los pobres deben pagar tasas de interés mucho más altas que los ricos. En el informe se concluye que cabe esperar que los pobres subinviertan, sin duda en comparación con los ricos, pero también en relación con lo que invertirían si los mercados funcionaran correctamente.
Además de las reformas nacionales, en el informe se insta a las naciones a fomentar una mayor equidad en el escenario mundial, especialmente en los mercados internacionales de trabajo, mercancías, ideas y capital. Para ello, se exhorta a los países ricos a permitir una mayor inmigración de trabajadores no calificados provenientes de los países en desarrollo, continuar presionando para lograr la liberalización del comercio conforme a la Ronda de Doha de la Organización Mundial del Comercio (OMC), permitir a los países pobres el uso de medicamentos genéricos y elaborar normas financieras adecuadas para los países en desarrollo. También se reitera la importancia de aumentar el volumen y la eficacia de la asistencia para el desarrollo.
Una combinación de estas políticas, aplicadas prestando estricta atención a las condiciones propias de cada país, puede ayudar a ofrecer mayor igualdad de oportunidades a los pobres, lo que les permitirá aumentar la contribución económica que efectúan a sus respectivas sociedades y, al mismo tiempo, reducir su propia pobreza.
A la vez que se señalan las consecuencias negativas de la desigualdad extrema, en el Informe sobre el desarrollo mundial se establece una clara distinción entre igualdad y equidad. La equidad, dicen los autores, no es lo mismo que la igualdad de ingresos o estado de salud u otro resultado específico. Antes bien, es la pugna por una situación donde las oportunidades sean iguales, es decir, donde el esfuerzo, la iniciativa y las preferencias personales —y no los antecedentes familiares, la casta, la raza o el género— expliquen las diferencias entre los logros económicos de las personas.
La captación de las instituciones por parte de las élites socava la equidad
En el informe se afirma que la equidad y la prosperidad son complementarias, y se citan ejemplos en los cuales los elevados niveles de desigualdad política y económica dan origen a instituciones económicas y una organización social que favorecen sistemáticamente los intereses de los más influyentes. Tales instituciones, se argumenta, socavan el potencial de un país para crecer y reducir la pobreza.
“Las instituciones inequitativas imponen costos económicos”, dijo Francisco Ferreira, uno de los autores principales del informe. “Suelen proteger los intereses de las personas ricas y políticamente influyentes, en muchos casos en detrimento de la mayoría. De este modo, la sociedad en su conjunto se torna más ineficiente. Si los grupos medios y pobres no logran aprovechar su talento, la sociedad pierde oportunidades de innovación e inversión”.
Un ejemplo de instituciones inequitativas surge de un estudio realizado entre agricultoras de Ghana que no poseen derechos seguros de propiedad de la tierra. Como su acceso es incierto, las mujeres cultivan la tierra todas las temporadas en lugar de dejarla en barbecho en algunas de ellas, como deberían hacer para mantener la fertilidad. Se comportan de esta forma porque temen que otras personas, especialmente hombres de clase más alta, les quiten las tierras con el pretexto de que ellas no las están explotando. Como resultado, la productividad de la tierra disminuye y se crea así un círculo vicioso de baja productividad y desigualdad creciente.
Cómo salir de las trampas de la desigualdad
Estas trampas se producen cuando las desigualdades entre individuos y grupos se perpetúan a lo largo del tiempo, dentro de cada generación y entre una generación y la siguiente. Se caracterizan por elevadas tasas de mortalidad infantil y bajas tasas de terminación de la escuela, desempleo y bajos ingresos, rasgos que se repiten generación tras generación. Las oportunidades, grandes o pequeñas, pasan de padre a hijo, de madre a hija. Esta persistencia reduce los incentivos a la inversión individual y la innovación, y debilita el proceso de desarrollo. Las desigualdades se perpetúan, se señala en el informe, por la interacción de mecanismos económicos, políticos y socioculturales, como las actitudes y las prácticas discriminatorias en relación con la raza, el origen étnico, el género y la clase social.
Para ayudar a las sociedades a escapar de esas trampas de la desigualdad, en el informe del Banco Mundial se subraya la importancia de fortalecer la capacidad de los grupos pobres y excluidos para presionar con el objeto de obtener mecanismos más sólidos de participación y responsabilidad política. Al insistir en que se impongan más frenos y equilibrios a los abusos del poder económico y político que cometen las élites, los pobres y excluidos —entre ellos, en muchos casos, las mujeres como grupo— pueden forjar alianzas con las clases medias a fin de apoyar las estrategias encaminadas a lograr cambios con equidad. Esas estrategias servirían para contrarrestar la dominación oligárquica y nivelar las condiciones imperantes en el ámbito político, sin recurrir al tipo de políticas populistas inviables que han fracasado hasta ahora.
Las recomendaciones formuladas en Equidad y desarrollo complementan las conclusiones extraídas de los informes sobre el desarrollo mundial publicados por el Banco en 2004 y 2005, que giraron, respectivamente, en torno a la forma de mejorar el acceso de los pobres a los servicios y el clima para la inversión.
“Sostenemos que un enfoque del desarrollo profundamente arraigado en la equidad es coherente con los marcos de los últimos dos informes sobre el desarrollo mundial”, dijo Michael Walton, otro de los autores principales del informe. “Más aún, la equidad es una condición fundamental para asegurar el pleno ejercicio de los derechos de los pobres y un mejor clima para la inversión. También es esencial para alcanzar los objetivos de desarrollo del milenio”.
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