La Madre Tierra en tres actos
Armando Fernández, 29/04/2008
Vida es lo glucosamente sintetizado y mutado.
Obra, lo hecho y realizado.
Vida y obra lo difícilmente conjugado y en feliz termino relacionado.
Acto I. Sin HOMOS
Pero al principio fue la roca, candente y azoica. Hasta que el agua, en diluvio milenario, la fracturo, rompió y disolvió. Entonces surgió la vida, muchas veces por si misma transformada, multiplicada y diversificada. Y de la no vida, primero, y de la vida después, y del agua el suelo y del aire, extrajo la vida su vida. Luego trepo a la tierra cuando la roca fue oxidada, y se hizo árbol, animal. Fósil y combustible enterrado.
Acto II. Con HOMOS
Pasaron años, muchos años, y la vida se hizo nuestras vidas, bípedas, carnívoras, dibujadas y con herramientas desarrolladas, concientemente vivida y hablada. Así nuestras vidas otras vidas cultivaron y domesticaron, para que fueran sus esclavos, sus siervos, sus proletarios. De ellos extrajo riquezas no compartidas y por ello acumuladas. Y para dominar mas obras, empequeñecieron otras vidas, eliminando las que le estorbaran o no se inclinaban.
Y excavaron la tierra en busca de rocas deslumbrantes. Perforaron después la roca en busca de vidas fluidas o solidamente fosilizadas, y aceleraron sus obras y acomodaron sus vidas. Pero no bastó.
Y perforaron los cielos en busca de otros mundos y tal vez de otras vidas, como también taladraron las partes para inventar nuevas vidas, sin conocer aun bien nuestras vidas y nuestro mundo.
Pero un día eran tantas las obras, hechas por y para nuestras vidas, que peligraban las vidas, los tipos de vida. Y pese a ello no alcanzaban las obras y aumentaban nuestras vidas. Y parecieron comprender.
Quisieron entonces nuestras vidas, compaginar vida y obra, pero sin renunciar a sus obras, y sin renunciar a sus vidas. Y no fue posible tanta insolencia. Y poco a poco o en estampida, languidecieron sus obras y perecieron sus vidas, nuestras vidas.
Pero la verdad no fue trasmitida, no era de interés de los grandes. Hasta el final escondieron las verdades, escamotearon el saber, adornaron las mentiras con smokin y golosinas, distorsionadas y edulcoradas por las barrigas llenas, para los pies descalzos.
Acto III. Otro Modo es posible
Para que los sea salgamos a los espacios abiertos, luchemos por todas las vidas y por las buenas obras, y junto al Poeta de la Edad de Oro exclamemos: “Tengo fe en el mejoramiento humano, en la vida futura, en la utilidad de la virtud y en nuestros hijos”.
Volvamos entonces al arado vivo, al estiércol que fertiliza y a la carne necesaria. Hay que impulsar la nave con otros combustibles, demos prioridad al viento, el sol y las cascadas. El fuego debe darnos calor, pero no quemar el bosque que cuidamos, que sembramos, que nuestra diversidad cobija. Cerremos el cofre que ya guarda poco del tesoro fósil de milenarias vidas.
Mortifica la acción de los que contaminan como siempre hasta hoy, y ojala no mañana, el aire, el agua y los suelos, que le son, pero que no le son propios.
Muévete tú terrícola convencido de la premura del hoy, y despierta la conciencia de todos; también la de los dormidos, los ignorantes y los pusilánimes del buen vivir.
Para que la historia cambie y sobreviva, para que podamos en armonía y bioconciencía vivir, y a la madre tierra, a la Pacha mama, salvar.