Las soluciones al cambio climático
Antonio Ruíz de Elvira, 23/05/2007Estamos embarcados en un experimento involuntario, de posibles consecuencias catastróficas: El cambio climático. Se ha hablado mucho de cómo va acelerándose, de como nos va a afectar a cada uno de nosotros, de sus consecuencias para nuestros hijos. Pero, ¿es inevitable?
Pues no, se puede evitar. Tenemos todos los elementos técnicos en nuestras manos, aunque aún nos falta la decisión social, y su consecuencia, la decisión política. Con demasiada frecuencia se ven las medidas a tomar desde un aspecto negativo: se nos dice, interesadamente, que combatir el cambio climático es caro y conlleva un empeoramiento en la calidad de vida de los ciudadanos. ¿Puede ser esto cierto?
Combatir el cambio climático exige reducir el gasto e incrementar la inversión. Visto de un cierto prisma, reducir el gasto es vivir peor. ¿Cual es ese prisma? Se cuenta que uno de los últimos duques de una casa noble de España tiraba al río las vajillas de oro en las que comía, por indignas de volver a servirle. En pocos años este señor deshizo una de las grandes fortunas de España. Podemos gastar en grandes banquetes o circular en coches caros que no nos aportan ganancia alguna. O podemos disfrutar de coches cómodos y alegres que consumen un tercio de energía que aquellos. Podemos tirar las vajillas al río, o podemos limpiarlas con cuidado para volver a utilizarlas. Tirar el dinero, tirar la energía, es gasto, ahorrar energía es inversión para el presente y para el futuro.
Combatir el cambio climático es, por ejemplo, aislar bien las casas. Una casa bien aislada es infinitamente más cómoda que otra sin aislar. Esta última exige calefacción a tope en invierno, lo que produce problemas de respiración, grandes contrastes entre interior y exterior y resfriados, en invierno, y problemas similares, de signo opuesto, en verano. Y, por supuesto, un ahorro substancial de energía y de dinero.
Combatir el cambio climático es comprar coches de biofuel: De etanol y de bioaceite. No salen más caros y ahorran mucho CO2 emitido a la atmósfera.
Combatir el cambio climático es exigir a las administraciones que dejen de proteger el carbón, el petróleo y el gas natural y destinen recursos a hacer bajar el precio de mercado de las placas solares. Un edificio recubierto de placas solares es un edifico fresco en verano, pues la energía que entraría por las paredes se captura para generar electricidad que puede consumirse en el mismo edificio. ¿Podemos imaginar las ciudades con todos los vehículos de hidrógeno? Un aire limpio y húmedo, eliminación de los ruidos de la explosión en los motores.
Y combatir el cambio climático es trabajo y empleo para cientos de miles de personas. En vez de los empleos peligrosos y mal pagados de la construcción, empleos técnicos en todos los campos: desde el agrícola para llenar los campos españoles de nuevo de producción agraria a los de transformación de esa producción en bio-combustibles, a la distribución de los mismos. Desde la fabricación de placas solares a su instalación y mantenimiento. Desde la investigación en hidrógeno a su producción, transporte, distribución, mantenimiento y reparación.
La carestía y dificultad de la que se habla es, esencialmente, la resistencia de algunas, muy pocas empresas, en aceptar que deben cambiar sus inversiones, que deben dejar petróleo, carbón y gas natural y dedicarse a la energía sostenible. Es esencialmente vagancia mental, conservadurismo a ultranza, parálisis social y económica. Combatir el cambio climático es factible y rentable para los ciudadanos. ¿Lo hacemos?