Peligros y lecciones del estudio de la deforestación amazónica según una experiencia de campo
Anónimo para Globalízate, 13/06/2017Hace tiempo que la región amazónica ha sido reconocida por su importancia ecosistémica y por la diversidad de su flora y fauna; lo que sin embargo pasa desapercibido es que el Amazonas es el hogar de más de 20 millones de personas, con diferentes historias, planes de futuro y perspectivas acerca de la región. La principal amenaza a la integridad ecológica del Amazonas es la deforestación, que aunque sea un problema antiguo sigue siendo una cuestión compleja de entender y, por tanto, de solucionar.
Actualmente hay varios proyectos de infraestructura dedicados al Amazonas: presas, carreteras, ferrocarriles, vías de agua y un aligeramiento de las leyes de explotación de recursos naturales, como la cancelación de las licencias medioambientales para obras de infraestructura y la eliminación de la extracción de minerales en las tierras indígenas. Mi área de estudio que tiene un gran número de proyectos de infraestructura. Todos están diseñados como apoyo al flujo de bienes. Mi objetivo es entender cómo cambian las decisiones de los diferentes productores de acuerdo con las variaciones de la economía y la legislación medioambiental brasileñas, tratando de identificar las lógicas de la expansión y las tendencias al no cumplimiento de la ley.
En este contexto, conozco personas que vinieron hace décadas al Amazonas, atraídas por las políticas gubernamentales, que hoy en día luchan para permanecer en sus tierras, sobrevivir con los escasos beneficios que logran y sin apoyo gubernamental ni siquiera en los servicios de salud y educación básicos. Pero no es difícil encontrar a quienes se benefician de actividades ilegales, como la deforestación y la especulación con tierras. Con ellas el diálogo es más difícil y tenso, y está lleno de incertidumbres acerca de si es cierto lo que dicen. En estas entrevistas, aunque me aseguraba el nombre de una importante institución de investigación brasileña, era vulnerable al poder de quienes dictan la ley en las ciudades pequeñas, donde el conflicto por la tierra tiene su propia lógica.
En este trabajo hay muchas historias que me han marcado, pero dos situaciones me han resultado difíciles de olvidar: una entrevista con un importante negociador de tierras y otra con una persona que lucha por el derecho a la tierra y forma parte de la lista de los "señalados para morir".
En la primera entrevista, el "negociador", que no temía mostrar que llevaba pistola, empezó la conversación ofreciéndome un asiento y un café. Habló de su historia y de su derecho a deforestar su propiedad privada, así como de su importante papel en alimentar al mundo con su ganado. Le pregunté por la deforestación ilegal, común en la región. En ese momento puso la pistola en la mesa apuntando hacia mí y habló de su voluntad de disparar a cualquiera de mi instituto y de su odio hacia quienes defienden el medioambiente de la región y estorban el avance de la agricultura. Temeroso, abandoné la entrevista y me fui sin atreverme a mirar hacia atrás.
Días más tarde, me aconsejaron que mirara hacia el otro lado, a las personas que ya habían sufrido intentos de ser asesinadas por su lucha en favor de la conservación de los bosques. Hacia quienes me dieran una perspectiva de la resistencia popular frente a la expansión de la agricultura. Me reuní con una mujer que, sin que yo le hiciera pregunta alguna, empezó a contarme su historia y cómo había escapado varias veces de la muerte. Mientras hablaba, un policía que la protegía estaba detrás de mí, con el arma en la mano, mirando hacia la calle, atento a cualquier extraño que pasara por allí. Ella intentó contarme todo con detalle y entendí que tenía la esperanza de que yo pudiera ayudarla de algún modo, pero pocas veces en mi vida me he sentido tan incapacitada y tan avergonzada de serlo. Me despedí como una se despide de alguien a quien nunca vas a volver a ver.
Podría pedir más seguridad para los investigadores que estudian las regiones en conflicto, donde la ilegalidad es la ley y las condiciones de supervivencia de los pobres son la garantía del beneficio de los otros. Pero no me siento con derecho a pedir lo que las gentes del lugar no tienen. Lo único que puedo decir es que la deforestación del Amazonas es un tema que va más allá de los valores en km², las tasas anuales de deforestación o su equivalente en emisiones de gases de efecto invernadero. La destrucción de la selva amazónica se basa en graves problemas sociales que no son tomados en consideración en ninguno de los objetivos gubernamentales de reducir la deforestación de la región.
Hace unos días, a mediados de abril, diez trabajadores rurales fueron asesinados en un municipio del Amazonas. Otros trabajadores se encuentran desaparecidos. El motivo de los asesinatos es el conflicto por la tierra y la necesidad de separar a los trabajadores rurales de sus tierras, para que la agricultura pueda avanzar. Y como no hay una regularización de las tierras, no hay documentos que demuestren que la tierra es tuya. Por tanto, las tierras pertenecerán siempre a los más fuertes. La información sobre las masacres es escasa, pero una investigación en el Mato Grosso, establece el actual aumento de los conflictos y área que sufre la mayor deforestación de toda la región amazónica. Muchas zonas tienen una economía basada en la extracción de madera, un gran crecimiento demográfico y una expansión significativa de la agricultura.
No hay forma de frenar la deforestación mirando solo a los árboles sin entender las razones de las motosierras. No hay manera de entender los incendios sin conocer las razones de quien enciende la antorcha. Y, como investigador, informo de los peligros que he vivido en el curso de mi investigación, con la esperanza de que la investigación de la deforestación del Amazonas piense también en las personas que viven bajo sus árboles.