75 meses y contando

Andrew Simms, 12/09/2010

Recorrido una cuarta parte del camino, quizá estamos más lejos de frenar la marea del calentamiento que cuando empezamos. Pero todavía hay tiempo.

Hace veinticinco meses, trabajando con mi colega, una científica del clima, la doctora Victoria Johnson, y otros, decidí descubrir cuánto tardaríamos, a partir de los mejores datos disponibles, en empezar a cruzar las líneas rojas relativas a los extremos climáticos y su inestabilidad. Ya ha pasado una cuarta parte de ese tiempo.

Para minimizar el peligro del alarmismo, pero sin ocultar los hechos, establecimos nuestros parámetros para asumir que la humanidad estaría en el extremo afortunado del espectro del riesgo ambiental. Éramos optimistas, quizá demasiado, acerca de la velocidad y la probabilidad con que el dominó ecológico podía caerse abajo en un mundo en calentamiento. Sin embargo, lo que habíamos descubierto era sorprendente. Cien meses después de agosto de 2008 íbamos a cruzar un umbral atmosférico.

La acumulación y concentración en la atmósfera de gases de efecto invernadero haría más probable que la temperatura media global se elevara 2 grados por encima de los niveles preindustriales. Ese punto era significativo, porque en general se piensa que es la temperatura con la que un número de complejos cambios medioambientales empiezan a alimentarse unos a otros, haciendo que la dinámica sea más difícil de predecir y de controlar.

Vitalmente esos cambios, como la fusión de los glaciares, la reducción de la masa forestal y el debilitamiento de la capacidad para absorber el carbono del ecosistema, son resultado del calentamiento; pero también es probable que echen más leña al fuego. En otras palabras, representan el inicio de un proceso que podría ser incontrolable e irreversible.

Desde entonces, una recesión internacional, enraizada en un fracaso del mercado del sistema financiero subyacente a las economías anglosajonas, ha reducido parcial y temporalmente el crecimiento de las emisiones de gases de efecto invernadero, al debilitarse la actividad económica.

Desafortunadamente, no ha conducido a una reingeniería de baja producción de carbono en los sistemas de transporte, agricultura y energía de esas mismas economías. El potencial de una respuesta ganadora a la recesión se ha desvanecido. Un paquete tipo “nuevo pacto verde” de estímulo económico podría haber creado empleos, reducido los costes de la energía, incrementado la seguridad y propuesto un ejemplo ante el mundo de cómo abordar el cambio climático.

En lugar de eso, al menos durante un breve período, se apoyó a los antiguos sistemas. Las compañías automovilísticas fueron apuntaladas y se estimuló a la gente a seguir consumiendo, comprando hasta que amainara, para resucitar la economía.

Después, la nueva coalición gubernamental echó el medio ambiente a la hoguera. Muchas de las instituciones y de los recursos clave para una transición a la reducción del carbono fueron reducidos o cortados de raíz.

Así que aquí estamos. Nos hemos comido un dedo de los cuatro del Kit-Kat. Hemos recorrido los primeros 100 metros de una carrera de 400. Ha terminado el primer acto de una obra de cuatro. Y sin embargo, quizá estamos más lejos de frenar la marea del calentamiento que cuando empezamos a contar los meses en los que se produciría una acción significativa.

¿Qué sucederá cuando hayan pasado todos los meses? Incluso sin ninguna acción, nada en particular sucederá en la última campanada del último día del último mes. Pero algo habrá cambiado.

Se arrastrará oscura la conciencia de que se ha perdido una oportunidad de prevenir el cambio inexorable y desestabilizador. Quizás aumentan las excusas vergonzantes de por qué fue imposible hacer lo correcto cuando todavía había tiempo. A menudo parece como que nos demos cabezazos contra la pared.

¿Y cómo será el futuro? Las graves sequías de agosto en Rusia y las enormes inundaciones de Pakistán pueden no estar directa y causalmente relacionadas con las pautas de calentamiento actuales (aunque su escala y gravedad podrían haber visto influenciadas por ellas).

Pero estos son el tipo de eventos extremos que se harán más comunes en un mundo con calentamiento. Los precios altos y volátiles de los alimentos son otro indicio del debilitamiento de la seguridad al que todos nos enfrentamos.

Pero todavía hay tiempo. Cambios de dirección tan rápidos y grandes como los que necesitamos ahora se han hecho antes, incluso durante la vida de muchas personas que viven hoy en día. No podemos escapar del hecho de que realizaremos una enorme acción colectiva: una forma de colectivismo arriesgado de tanta valentía como cualquier acto de heroísmo individual. Por fin hay signos de que los muros de la renuencia empiezan a agrietarse. Ayer, The Guardian informó que Bjørn Lomborg, el supuesto “Escéptico medioambientalista”, ha superado su actitud displicente hacia el cambio climático y ahora piensa que merece la pena gastar cien mil millones de dólares al año para detenerlo.

Quedan tres dedos por comer, dos rectas y una curva que correr, tres actos que representar.

Traducido para Globalízate por Víctor García

Artículo original:

http://www.guardian.co.uk/commentisfree/cif-green/2010/sep/01/75-months-counting-climate-change

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