Tenedores y cucharas al combate del Cambio Climático
Alberto Sanz-Cobeña para Globalízate, 03/04/2015Las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) siguen su ascenso imparable azuzadas por la "crisis del sistema financiero" (1). La necesidad imperiosa de alentar nuestras economías a lomos de los más peligrosos corceles: materias primas baratas para producir energía, transporte desaforado de personas y mercancías desde y hacia todos los rincones del mundo, etc., nos arrastra hacia un destino poco halagüeño.
Parece que nos es cada vez más complicado plantearnos cambios en nuestro día a día. Los habitantes de los países ricos nos conformamos con apagar la luz durante una hora en defensa del Planeta (2), loable gesto ciudadano al tiempo que sirve de "lavado verde" para empresas que no lo son tanto. Mientras, la acción directa se presenta como una quimera. Un intangible para las personas de "a pie". El poder del cambio, sus prerrogativas, está encerrado en cofres bajo siete llaves colocados con sumo cuidado en lujosas y enmoquetadas estancias a la que se nos ha vedado el paso: parlamentos, estaciones de esquí (3), sedes de grandes corporaciones.
Vayamos por partes. En Europa el transporte es responsable del 24,3% de las emisiones de GEI del continente (4). Dicho lo cual, ¿Hasta qué punto estamos dispuestas a reducir nuestra incesante (e ilimitada) movilidad actual? Más allá de dedicarle unos minutos al tema en debates de sobremesa o coloquios con amigos, dejamos las decisiones en este, como en otros, ámbito a terceros: las compañías automovilísticas y sus prototipos de coche híbrido o "verde", nuestros gobiernos, el Parlamento Europeo...
Claro que el sector privado tiene su responsabilidad, y es elevada, pero ¿cuál es la nuestra como consumidores?
La industria energética emite más del 29% de las emisiones de GEI de Europa (4). ¿Cuál es la reacción ciudadana? Baste echar una ojeada al número creciente de objetos que nos rodean en casa y que necesitan ser enchufados a la red una, dos, tres veces al día.
¿Y el sector agroforestal? En 2012, la agricultura era responsable de más del 11% de las emisiones totales del continente (4). Si analizamos datos del último informe del IPCC al respecto, este porcentaje asciende a casi el 25% a nivel mundial considerando el sistema agroforestal y los cambios en los usos del suelo derivados de las actividades agroganaderas (5). Lo que comemos, de dónde viene y cuándo lo comemos es el motor de estas emisiones (6, 9).
Al igual que en los casos del transporte y de la industria energética, la respuesta ciudadana se limita a delegar en otros agentes la responsabilidad de actuar, iniciando una espiral interminable. En el caso que nos ocupa, agricultores y ganaderos, son llamados a la acción y criticados duramente en ausencia de ella. Al tiempo, estos colectivos miran hacia las administraciones y piden ayudas que incentiven un cambio real hacia prácticas menos lesivas para con el medio. Los responsables políticos y técnicos de la administración, por su parte, llaman, en el "mejor" de los casos, a poner en marcha medidas sostenidas en avances científico-tecnológicos en cuya gestación, desarrollada en facultades y laboratorios públicos o privados, no se ha tenido en cuenta generalmente a los ciudadanos y otros actores implicados. Además, muchas veces las mejoras tecnológicas de eficiencia por sí solas, si no van a acompañadas de medidas del lado de la demanda, acaban suponiendo un crecimiento global de los impactos debido a un mayor consumo neto (lo que se conoce como la paradoja de Jevons) (14).
Este patrón se repite: importantes sectores productivos responsables de graves daños hacia el Planeta. El foco de la responsabilidad recae en nuestros gobiernos. La corriente de pensamiento dominante invita a tender hacia la innovación tecnológica y su puesta en marcha en el terreno por terceros. Y mientras tanto, ¿Nos damos por aludidos? ¿En qué eslabón de esta cadena sin fin tiene cabida nuestra acción como ciudadanos?
Volviendo al sector agroforestal, la semana pasada tuvo lugar en la Escuela Técnica Superior de Ingenieros Agrónomos de la UPM (Madrid), el IV encuentro de la Red REMEDIA (Red Científica de Mitigación de GEI en el Sector Agroforestal) (7, 8). La conferencia inaugural, a cargo del reputado investigador y editor del Quinto Informe del IPCC, Pete Smith (Universidad de Aberdeen) (10), mostró algunas de las conclusiones de dicho informe (5). Si bien los avances tecnológicos, tendentes a incrementar la eficiencia de los sistemas de producción agrícola en el uso de recursos como agua y fertilizantes, se han mostrado relativamente exitosos en la reducción de emisiones en las últimas décadas, no será posible alcanzar los objetivos de producción de alimentos para una población que se estima alcance los 9000 millones de habitantes en 2050 sin poner en riesgo la salud y equilibrios, ya mermados, de los ecosistemas naturales que nos acogen sin la puesta en marcha de de cambios estructurales. Que, según estima el IPCC, pueden llevar a una reducción de GEI incluso superior a las medidas tecnológicas (curativas o paliativas). Sería el caso, tal y como subrayó el Profesor Smith, de reducir la ingesta de proteína animal a niveles recomendados por la OMS y minimizar el desperdicio de alimentos que hoy se sitúa en el 30% de la comida que se produce. Esta reducción del consumo de carne no supone ni mucho menos una desaparición de los sistemas ganaderos que además de carne, leche y huevos aportan un sin fin de servicios ambientales como la recirculación de los nutrientes y la transformación de proteína no accesible para las personas en proteína de calidad, sino una reorientación y redimensionamiento de los sistemas de producción en la que los ganaderos sean también parte activa. Además de reducir las emisiones, estas medidas tendrían un impacto positivo sobre la salud pública (reducción de la incidencia de enfermedades como la diabetes y la obesidad) y la ética de nuestras sociedades: no podemos tolerar el desperdicio de tamaña cantidad de alimentos en un planeta en donde padecen las consecuencias del hambre 800 millones de personas (9). En el caso de los países Europeos del Mediterráneo se trataría solamente de volver a la abandonada dieta mediterránea como ya hemos comentado otras veces en Globalízate (11, 12, 13)
Se trataría, por lo tanto, de tomar las riendas de nuestros destinos. Así de "simple". De ser consecuentes y no delegar en los "otros". Ese ha de ser el camino hacia minimizar el daño ya infringido al Planeta y sus moradores. Actuar ya, actuar consecuentemente en el preciso instante en que comienza ese destino: ahora.
(1) http://www.epa.gov/climate/climatechange/science/indicators/ghg/index.html
(2) http://sociedad.elpais.com/sociedad/2014/03/29/actualidad/1396129190_257571.html
(3) Foro Davos 201- las subvenciones a la energia deben acabar si se quiere luchar contra el cambio climatico/
(4) http://ec.europa.eu/clima/policies/transport/index_en.htm
(5) Consulta - Informe de síntesis del IPCC en EFEverde
(6) http://www.soberaniaalimentaria.info/numeros-publicados/42-numero-20/193-enfriando-el-planeta
(7) http://www.redremediaworkshop.org/
(8) https://redremedia.wordpress.com/
(9) EFE Verde - España dedica 60 veces mas fondos investigar la agricultura industrial que la ecologica
(10) https://www.youtube.com/watch?v=h5ZvKfgjF_4
(11) Globalizate - Iniciara Grecia un cambio de paradigma?
(12) Globalizate - La importancia de adoptar la 'dieta demitariana' y en el caso de Espana la dieta mediterranea
(13) Globalizate - La importancia de la dieta sobre la huella hidrica de los europeos
(14) http://es.wikipedia.org/wiki/Paradoja_de_Jevons