Defender a los defensores

350.org, 05/05/2016,
350.org

Nos desanima y entristece profundamente ver, en las últimas semanas, tantos ataques contra activistas pacíficos que pedían justicia y se oponían a las industrias extractoras. Muchos de esos ataques han tenido como consecuencia muertes, lesiones e intimidación.

Hoy nos enteramos de que fueron asesinados activistas que protestaban contra una planta de carbón en Bangladesh. El viernes fueron campesinos filipinos que buscaban ayuda ante una sequía exacerbada por el cambio climático. Hace dos semanas fue Sikhosiphi 'Bazooka' Rhadebe, un activista contra la minería de Sudáfrica. Y hace un mes Berta Cáceres fue asesinada en Honduras e inmediatamente se produjo el asesinato de Nelson Garcia, otro miembro de COPINH, grupo de derechos indígenas y medioambientales.

Nos enteramos de la muerte de Berta Cáceres durante una llamada telefónica con algunos de nuestros aliados, en la que hablábamos acerca de cómo podríamos mejorar la colaboración y la respuesta a las campañas recientes contra los activistas que defienden el medioambiente, el espacio democrático y los derechos humanos. Fue una dolorosa ironía.
El deseo de contraatacar y colaborar es poderoso, pero se necesitan más voces y personas. Necesitamos defender a los defensores y enviar el mensaje de que las campañas violentas no pasarán desapercibidas. Quienes luchan contra las industrias extractoras en todo el mundo están cada vez más unidos y estos movimientos no desaparecerán por causa de la intimidación.

Cuando se usa la violencia para silenciar la protesta se ve amenazada la democracia, además de las vidas y las libertades personales. La violencia puede tener un efecto paralizante: la gente tiende a hablar menos y quedarse más tiempo en casa. Pero las herramientas de las que se ha dotado la gente, y que más usamos en 350.org —movilización de masas y acciones distribuidas–, funcionan cuando un coro creciente de personas se une para cambiar el equilibrio de poder. Cuando las protestas se vuelven más difíciles necesitamos hablar colectivamente más, no menos; siempre que podamos y del modo en que podamos. Cuando la protesta se convierte en un riesgo para nuestros amigos y aliados en otras partes del mundo, es el momento de que trabajemos todavía más aquellos que podemos hacerlo.

Nos hemos sentido inspirados por muchos movimientos y organizaciones que se han movilizado para defender a los defensores y vemos un enorme potencial en vincular el movimiento por el clima y el que protege las libertades y los derechos humanos. Las amenazas a las que nos enfrentamos en ambos lados están vinculadas en sus raíces y no podemos luchar por la justicia climática sin hacerlo por la protección de los derechos humanos fundamentales de quienes más sufren los impactos.

Si conseguimos detener los peores efectos del cambio climático catastrófico, será porque habremos sido capaces de que no se extraigan los combustibles fósiles que están bajo tierra. Con miles de proyectos propuestos en todo el mundo (incluso a pesar del reciente declinar del carbón, hay 2.400 centrales eléctricas de carbón actualmente en construcción o en fase de planificación), el trabajo está en marcha. Muchos de estos proyectos se proponen en lugares con las más graves restricciones a las protestas; entre tanto, las personas que son objetivo de las campañas violentas —tanto en el Sur Global como en el Norte Global— son con gran frecuencia las personas más marginadas de la comunidad.

El año pasado se produjo un giro en la marea del movimiento climático, con numerosas victorias contra la expansión de los combustibles fósiles. A muchos de nosotros nos animó el hecho de que, verdaderamente, nos acercamos al final de la era de los combustibles fósiles. A Shell le retiraron el permiso de taladrar en el Ártico después de que los "kayactivistas" bloquearan creativamente sobre el agua sus plataformas de perforación. El Presidente Obama denegó el permiso al oleoducto de Keystone XL. Cinco Estados de Brasil han legislado una moratoria contra el fracking. El 90% de la nueva capacidad energética instalada fue renovable.

Sin embargo, una transformación económica de esta escala —de los combustibles fósiles a un 100% de energía renovable— no se producirá sin la resistencia de las potencias. Al fin y al cabo, la industria de los combustibles fósiles es una de las más beneficiosas de la historia, por lo que no es extraño que combata los movimientos contrarios. La codicia que crea la expansión de los combustibles fósiles es también la que creó una desigualdad a una escala sin precedentes. Esto era ya evidente antes de que la mayor filtración de la historia revelara cómo se benefician las industrias del gas y el petróleo del particular azote de los paraísos fiscales.

Sabemos, por tanto, que nuestro enemigo es formidable. Pero sabemos que también nuestro movimiento lo es. En India, el movimiento por un 100% de energías renovables sigue siendo fuerte, a pesar del gran potencial de la expansión del carbón y de un Gobierno que restringe cada vez más los movimientos de los activistas. En Filipinas, nuestra colega Zeph Repollo nos ha inspirado durante años en su búsqueda de la justicia climática, cuando su país hace frente a tifones y sequías sin contribuir apenas a la lucha contra el problema del cambio climático. En Sudáfrica, miembros de la comunidad de Johannesburgo demandan que sea la energía renovable, y no el carbón, el medio por el que puedan tener por primera vez una electricidad confiable.

En mayo nos movilizaremos con muchos de nuestros compañeros para "liberarnos" de los combustibles fósiles. Liberarnos de la violencia y la destrucción de las industrias extractoras es una necesidad más urgente de lo que lo ha sido nunca, por lo que nos movilizaremos en muchos lugares en los que sabemos que la movilización es difícil. Aquellos de vosotros que podáis uniros a nosotros, esperamos que lo hagáis. Y los que no podáis, esperamos que lo hagáis desde la distancia: porque una solidaridad global, visible y audible es nuestra mejor defensa contra quienes querrían silenciar la disensión mediante la violencia.

 

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