Etiquetas de las huellas de carbono: la última ayuda a la compra ética

Martin Hickman, 26/10/2010

Las familias que compran buscando en la compra del fin de semana las etiquetas de comercio justo, de que los productos son orgánicos o de bosque pluvial, tendrán que acostumbrarse a otro logotipo: las huellas de carbono.

Las principales marcas de alimentos usan cada vez más el logotipo negro del Gobierno y, según investigaciones publicadas hoy, en las compras en el Reino Unido se habrá convertido en la segunda marca ética más común para finales de este año.

El Centro de investigaciones del comercio minorista (Centre for Retail Research) predice que las ventas anuales de las etiquetas de reducción de carbono (Carbon Reduction Label) emitidas por el Carbon Trust, de fondos públicos, alcanzarán los 2.000 millones de libras esterlinas a finales de 2010, solo por detrás del plan de seguros agrarios Red Tractor (10.000 millones de libras), pero por delante de la marca orgánica de la Soil Association 1.500 millones); Fairtade (800 millones); RSPCA Freedom Foods (800 millones) y los planes más pequeños Rainforest Alliance y Marine Stewardship Council.

Para los compradores, el logotipo de la huella negra muestra que los productores trabajan con el Carbon Trust, para identificar y reducir las emisiones de carbono que causan el calentamiento global.

En algunos casos, las etiquetas también muestran la cantidad de CO2 generada por cada producto, dando a los consumidores una percepción mayor de la medida en que la contaminación invisible está causada por sus compras: a veces con resultados sorprendentes. Generalmente, la cantidad de CO2 emitida pesa más que el producto, además de que puede haber variaciones sustanciales entre las diferentes marcas o tipos del mismo producto.

Tesco ha sido la que con más entusiasmo ha apoyado el plan, abordando un compromiso hecho hace tres años de poner la etiqueta del carbono a sus 70.000 líneas de alimentos. Hasta ahora ha puesto las huellas en 100 productos de marca propia, incluyendo una leche semidesnatada (800 gramos por pinta); zumo de naranja (1,1kg por litro); papel de baño (1,1 gramos por hoja).

Walkers, la que más patatas fritas vende en el Reino Unido, y los productos de horno de Kingsmill, que es propiedad de la compañía madre Associated British Foods de Primark, también han adoptado la idea. Los compradores ya pueden ver que con 1,3 kg de CO2 por 800 gramos, un pan integral genera 15 veces más dióxido de carbono que un paquete pequeño de patatas fritas (80 gramos).

Sin embargo, otros productos no se han incluido, posiblemente porque los compradores se echarían atrás por toda la contaminación que generan. La carne causa emisiones "astronómicas", de acuerdo con las fuentes de un supermercado, lo que ha sido confirmado por las investigaciones. Un estudio del instituto japonés de las ciencias del ganado y el forraje, descubrió hace tres años que un kilogramo de vaca libera el equivalente de 36 kg de CO2.

También el alcohol produce altas emisiones. Mientras que una lata de Coca-Cola de 330 ml produce 170 gramos, el eco-bitter de Adnams East Green causa 432 gramos por medio litro. Sin embargo, los consumidores pueden recortar drásticamente el impacto de sus compras usando los mismos productos de manera diferente; por ejemplo, lavando la ropa a 30º en lugar de a 40º se ahorran 160 gramos de CO2.

Actualmente, las estimaciones son interesantes, pero todavía lo pueden ser más. Hace dos años, el comité de auditoría de Medio Ambientes del Congreso dijo que el Gobierno debería dar a todos una asignación personal de carbono.

Euan Murray, director de huellas del Carbon Trust, afirmó que no sabía si todos los productos acabarían teniendo una etiqueta de carbono, pero añadió: "Vemos cada vez más que la gente reconoce que las cosas tienen una huella del carbono y quiere hacer algo al respecto".

Traducido para Globalízate por Víctor García

Artículo original:
http://www.independent.co.uk/environment/climate-change/carbon-footprint-labels-the-latest-aid-for ethical-shopping-2104991.html

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