¿Quién verifica un acuerdo sobre el clima?
Mario Cuellar para Globalízate, 15/05/2010No se trata de firmar unos porcentajes de reducción de gases de efecto invernadero durante determinados periodos de tiempo, sino de cuantificar que las reducciones son reales
Un interesante editorial fue publicado el pasado 5 de mayo en Nature (1) sin que haya tenido mucha repercusión en prensa, pero daba la clave sobre un futuro acuerdo de reducción de emisiones de gases de efecto invernadero. No se trata de firmar unos porcentajes de reducción de gases de efecto invernadero durante determinados periodos de tiempo, sino de cuantificar que las reducciones son reales y no están manipuladas usando métodos de contabilidad creativa.
El físico de la atmósfera Ingeborg Levin de la Universidad de Heidelberg en Alemania (2) lo describía con estas palabras: “Los países tiene la tendencia de siempre informar de un poco menos porque parece bueno, y nadie puede probar que están equivocados, salvo si lo mides en la atmósfera.” La cosa se complica si tenemos en cuenta que no se trata sólo de controlar las emisiones de dióxido de carbono, a ellas hay que añadir otros gases que tienen un potencial mayor de calentamiento como el metano (CH4), el óxido nitroso (N2O) o el sulfuro de hexafloururo (SF6) (2). Una molécula de este gas tiene un poder de calentamiento 24.000 veces mayor que el dióxido de carbono y permanece en la atmósfera durante 3200 años. Según los trabajos de Levin las emisiones de este gas de los países industrializados podrían ser el doble de las informadas al IPCC (3).
El CDIAC, Carbon Dioxide Information Analysis Center (Centro de Análisis e información sobre Dióxido de carbono) Oak Ridge, Tennessee, que depende del Departamento de Energía del Gobierno de los Estados Unidos (4), es uno de los organismos que proporciona mejores datos a la ONU sobre inventarios de gases invernadero, teniendo en cuenta, cuanto y donde fueron emitidos. Este centro estima que las emisiones de dióxido de carbono de 30.2 mil millones de toneladas en 2006, no incluían cambio en el uso de la tierra, lo que provocaría una incertidumbre de entre el 6 y el 10%. Si se tienen en cuenta otros gases invernadero la cosa se pone más borrosa. Si los científicos del clima dicen, por ejemplo, que la Unión Europea debería reducir como mínimo un 40% sus emisiones para 2020, teniendo como referencia el año base 1990, podemos hacernos a la idea de que esa incertidumbre pondría en riesgo tanto la credibilidad como la completitud del acuerdo.
Tanto por el fracaso de la Cumbre de Copenhague, donde el “acuerdo” final hablaba de limitar el calentamiento a 2ºC, sin poner ningún compromiso sobre la mesa, como por el tiempo de retraso que llevamos en completar un sistema de medición de emisiones de gases invernadero fiable y con una gran distribución espacial de las estaciones de medición, no podemos más que apremiar a los dirigentes para que desarrollen este sistema lo antes posible. Levin concluye que si queremos saber si de verdad ha habido reducción de emisiones en 2020 respecto a 2010 tienes que empezar a medir ahora. Viendo lo complicado de las negociaciones sobre el clima por los intereses económicos de los países, quien nos dice que realmente han reducido las emisiones comprometidas (si se hubiera llegado a un acuerdo). No sólo tiene que firmarse el acuerdo, tiene que cumplirse y alguien o algo tienen que verificar que todos los países cumplen. No se debería confiar ni en entes privados ni en entes estatales. En otras palabras, que debe ser un organismo independiente el que asuma las medidas de las emisiones y verifique las cantidades reales, aunque sean los estados los que desarrollan la red de mediciones.
Referencias:
(1)http://www.nature.com/nature/journal/v465/n7294/full/465009b.html#/
(2) http://www.nature.com/news/2010/100505/full/465018a.html
(3) http://www.nature.com/news/2010/100505/full/465018a/box/1.html
(4) http://www.energy.gov/