La importancia de adoptar la “dieta demitariana” y en el caso de España la dieta mediterránea

Louis Lasalle para Globalízate, 17/04/2013

La dieta mediterránea fue declarada de Patrimonio Cultural Intangible de la Humanidad en 2010. Y no es para menos ya que, además de ser buena para la salud fomenta una relación sostenible con el medio. Sin embargo, por mucho que los dietistas la recomienden o que en Europa presumamos de esta dieta equilibrada, en España ya no es más que una marca.

La dieta mediterránea se basa en un consumo equilibrado de cereales, legumbres, hortalizas, de aceite de oliva como fuente de grasa y en un consumo moderado de proteína animal. El porcentaje de proteína animal en una dieta es un buen indicador de lo sano de la misma así como de su sostenibilidad medioambiental. La dieta mediterránea supone una ingesta de proteína animal de aproximadamente un tercio. En España en los años 60 un español consumía de media alrededor de un 35% de proteína animal, sin embargo, a lo largo de las últimas décadas esa proporción ha ido subiendo hasta el 65% 1. En estos momentos los españoles comen tanta proteína animal como un estadounidense o un habitante del norte de Europa.

El problema principal de la insostenibilidad de la producción masiva de carne reside en la muy ineficiente transformación de proteína vegetal en animal. Para obtener un kilogramo de proteína animal hacen falta de media 6.5 kg de proteína vegetal (siendo mucho más ineficiente la carne de vacuno y menos la de pollo o cerdo). Además del derroche de comida que supone, los otros 6 kg invertidos que no terminan en la carne son emitidos al medioambiente pudiendo generar graves problemas de contaminación.

Cuando la proporción de animales en el medio rural es equilibrada, estos aportan muchas ventajas ya que facilitan la recirculación de los nutrientes y son garantes de buenos suelos y en definitiva de mantener la fertilidad de la tierra. Este era el caso de los paisajes mediterráneos que generaban los alimentos que constituyen la dieta mediterránea.

Cuando el número de animales empieza a crecer de forma desmedida sus desechos se convierten en un residuo que contamina agua y atmósfera. Además, la agricultura local no suele bastar para alimentarlos por lo que es necesario importar enormes cantidades de pienso. En el caso de España, la mayoría de este pienso se importa de Argentina y Brasil en forma de soja transgénica. Los problemas sociales y medio-ambientales del cultivo masivo de Soja Monsanto (Roundup Ready) en estos países han sido frecuentemente tratados en Globalízate2. Por otro lado, la enorme dependencia exterior asociada a estos modelos de producción y consumo aleja a las naciones y pueblos de la soberanía alimentaria.

De este modo, esta transición de la dieta mediterránea a una dieta basada en la ingesta de proteína animal no solo genera problemas en nuestra salud sino que ahonda en un mundo más sucio y contaminado, más ineficiente, menos equitativo (ya que se emplea demasiada producción vegetal para sostener esta dieta de lujo) y más injusto.

Por todas estas razones los científicos de la ciencia del nitrógeno desarrollaron el concepto "Dieta demitariana" que consiste en una reducción a la mitad del consumo de proteína animal en aquellos países en los que esa proporción está entre el 65 y el 70%3. En los países mediterráneos basta con que volvamos a nuestra querida "dieta mediterránea" y que además de ser una marca vacía de contenido usada para sacar pecho, sea un hecho.

 

Referencias

1 Información obtenida a partir de los datos de faostat.org

2 http://www.globalizate.org/getArticle?authors=Fernando+Manas&date=2010-01-18&title=Probados+los+efectos+negativos+del+popular+herbicida+Roundup+%28Glifosato%29+de+Monsanto+sobre+la+salud

3 http://www.globalizate.org/getArticle?authors=Louis+Lasalle&date=2013-03-08&title=La+carne+ha+de+convertirse+en+un+alimento+para+ocasiones+especiales

 

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