Tras ocho años de retraso el tipo de medidas que se requieren para mitigar los efectos del cambio climático son infinitamente más radicales y profundas

Gonzalo Andrade para Globalízate, 24/01/2013

En 2004, los científicos Steve Pacala y Robert Socolow de la Universidad de Princeton (EEUU) publicaron un artículo en la revista Science en el que afirmaban que la humanidad podía mitigar los efectos del cambio climático mediante la puesta en práctica de siete campañas globales de estabilizaciónde la concentración de dióxido de carbono en la atmósfera hasta 2054 para su posterios reducción (hasta un 2% anual). Estas campañas fueron denominadas "cuñas" por la forma triangular que introducían en la gráfica de incremento de emisiones de dióxido de carbono respecto al tiempo. Estas "cuñas" de estabilización y reducción de emisiones eran enormemente ambiciosas e incluían desde la construcción de una flota de reactores nucleares hasta el fin definitivo de la deforestación en las áreas tropicales. Cada una de ellas podría prevenir la emisión de 25.000 millones de toneladas de carbono.

Pues bien, esta semana, el joven científico Steve Davis, de la Universidad de California-Irvine (EEUU) y sus colaboradores han publicado un artículo en la revista Environmental Research Letters en el que retoman la idea de las cuñas utilizando datos actualizados sobre las emisiones globales de dióxido de carbono y analizan los mismos con el modelo climático del Met Office británico, bastante más preciso que los utilizados por Pacala y Socolow hace ocho años. Las conclusiones de este trabajo son contundentes.

Son necesarias más de siete "cuñas" para estabilizar y reducir las emisiones de dióxido de carbono

En primer lugar, el estudio demuestra que la estabilización de las emisiones globales para 2054 no sería suficiente para impedir un aumento de la concentración de dióxido de carbono en la atmósfera por encima de las 450 partes por millón y de la temperatura media global por encima de los 2º C desde los niveles pre-industriales a finales de siglo. Es decir, las campañas propuestas por Pacala y Socolow en 2004 no son suficientes para impedir un cambio climático de consecuencias catastróficas para el planeta.

Para estabilizar la concentración de dióxido de carbono en la atmósfera en 2054 y posteriormente reducirla serían necesarias, no siete, sino entre 19 y 31 cuñas. Las emisiones de dióxido de carbono han crecido mucho más rápido de lo esperado por Pacala y Socolow en 2004 debido al uso intensivo de combustibles fósiles que están realizando países emergentes como China e India para sustentar su crecimiento económico, y que no se ha interrumpido ni siquiera debido a la crisis financiera de los últimos años. En 2010 se emitieron 9 Gt (gigatoneladas) de dióxido de carbono, lo que excede ampliamente el escenario A2 previsto por el panel intergubernamental sobre cambio climático (IPCC), que es el que supone una cantidad mayor de emisiones de este gas.  El número de campañas necesario para estabilizar la concentración de dióxido de carbono en la atmósfera en 2054 es ahora de nueve. No sólo eso, sino que si no se produce un cambio progresivo en las fuentes utilizadas para la obtención de energía (por ejemplo, un incremento en el uso del gas natural respecto al petróleo) necesitaríamos 12 "cuñas" adicionales. Y los datos actuales sobre uso de combustibles fósiles señalan claramente que dicho cambio no se está produciendo. Si aún a pesar de todo lográsemos estabilizar la concentración de dióxido de carbono en la atmósfera necesitaríamos 10 cuñas más para reducirla.

Una transformación fundamental del modelo de producción energética

Frente al artículo de Pacala y Socolow, que hacía énfasis en el uso de nuevas tecnologías para conseguir la estabilización y reducción de la concentración de dióxido de carbono en la atmósfera, Steve Davis y sus colaboradores afirman que lo que se necesaria realmente es "una transformación fundamental y rupturista del sistema de producción energética global". Para ello, buena parte de las actuales infraestructuras de producción de energía deben ser completamente sustituidas por otras capaces de producir decenas de teravatios de energía libre de carbono durante las próximas décadas. El reto es enorme, pero necesario.

Entre las tecnologías que citan para lograr este cambio se encuentran la captura y almacenamiento de dióxido de carbono, la energía nuclear y las energías renovables (principalmente solar, eólica y biomasa). Sin embargo, las primeras aún no han sido comercializadas, los autores reconocen que la energía nuclear supone enormes riesgos y está en un periodo de reducción, no de expansión, y las energías renovables aún no han madurado lo suficiente como para permitirnos la producción energética a gran escala. Steve Davis y sus colaboradores abogan por una inversión en I+D+i (Investigación, Desarrollo e innovación) sobre tecnologías energéticas sin precedentes en la historia de la humanidad.

Rotundo fracaso de las políticas internacionales de mitigación de los efectos del cambio climático

El artículo señala también el rotundo fracaso de las diferentes administraciones estadounidenses (demócratas y republicanas), así como del resto de países que poseen una elevada tasa de emisiones, para reducir la concentración de dióxido de carbono en la atmósfera. En su artículo, Pacala y Socolow afirmaban que "la elección que se nos presenta hoy en día es entre la acción o el retraso". Pues bien, Steve Davis y sus colaboradores mantienen que "hoy en día ya no es 2004, sino 2013, y tras ocho años de retraso el tipo de medidas que se requieren para mitigar los efectos del cambio climático son infinitamente más radicales y profundas".

(1) Pacala S y Socolow R 2004. Stabilization wedges: solving the climate problem for the next 50 years with current technologies. Science 305: 968-972.

(2) Davis SJ, Cao L, Caldeira K, Hoffert MI 2013. Rethinking wedges. Environmental Research Letters. doi:10.1088/1748-9326/8/1/011001

(3) Climate study highlights wedge issue. Science 339: 128-129.

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