Como matar dos pájaros de un tiro: Es imprescindible cambiar el modelo energético para superar la crisis económica y la crisis ambiental a la vez
Eduardo Velázquez para Globalízate, 30/01/2012Según una nota recientemente publicada en la prestigiosa revista científica “Nature” hay un argumento quizá más persuasivo que el cambio climático para obligar a los gobiernos a desarrollar políticas tendentes a disminuir las emisiones de gases de efecto invernadero: la imposibilidad manifiesta de seguir sustentando nuestra economía en los combustibles fósiles.
La semana pasada, James Murray, de la Escuela de Oceanografía de la Universidad de Washington (Seattle, EEUU) y David King, director de la Escuela de Empresa y Medio Ambiente de la Universidad de Oxford y ex asesor científico del gobierno británico, han publicado una nota en la prestigiosa revista "Nature" en la que afirman que la producción actual de combustibles fósiles es incapaz de responder a la demanda, lo que ocasiona bruscos y frecuentes cambios en el precio del crudo y pude comprometer seriamente la recuperación económica mundial. Esta no puede erigirse sobre las arenas movedizas de la producción de petróleo. Durante las próximas décadas, sólo dejando de lado los combustibles fósiles podremos asegurarnos un desarrollo económico sostenido y abordar los desafíos de la lucha contra el cambio climático. Según estos autores, el cambio de modelo energético es necesario no sólo para salvaguardar la biosfera, sino también la actividad económica.
Durante los últimos años hemos podido leer en la prensa convencional como el precio del barril de crudo (Brent) ha sufrido enormes sacudidas. Si en 1998 el precio del mismo era de 35$, en 2008 había aumentado a 140$, en 2009 decreció a 120$, y actualmente se sitúa en 111$, lo que puede reflejar la caída de la demanda en Europa y Norteamérica desde el comienzo de la crisis financiera.
Ya que tener acceso a datos rigurosos sobre el volumen mundial de reservas es muy difícil. Estos autores han estudiado la evolución de la producción global en millones de barriles al día y respecto a la del precio del barril de crudo en el periodo 1998-2011. Sus resultados muestran dos etapas diferenciadas. Durante 1998-2004 estábamos en una etapa en la que los suministros eran "elásticos", es decir, la oferta global de crudo podía responder a un rápido incremento de la demanda, lo que hacía que el precio del barril se mantuviera relativamente constante. A partir de 2005 hemos entrado en una etapa en la que los suministros son "inelásticos"; es decir, la oferta global de crudo no puede responder con rapidez a un incremento en la demanda, lo que ha provocado las alteraciones en el precio del barril antes mencionadas. Durante la primera etapa la producción de crudo aumentó año a año, pasando desde 64 barriles en 1998 a 72 barriles en 2004. Desde entonces, esta se ha estancado en 74 millones de barriles al día.
Por otra parte, el porcentaje de crudo producido en relación con las reservas está disminuyendo alarmantemente (del 9 al 6% en EEUU), y DEL 4,5 al 6% en la mayor parte de los países productores de petróleo del mundo. La única forma de mantener la producción mundial constante es añadiendo crudo procedente de nuevas zonas de explotación.
La Oficina de Información sobre la Energía de EEUU ha pronosticado un incremento del 30% en la producción de crudo desde la actualidad a 2030, pero dicho incremento procede en su mayoría de la puesta en marcha nuevos proyectos. En el caso poco realista de que la producción de crudo se mantuviera en estándares similares a los actuales necesitaríamos que las nuevas explotaciones produjeran 22 millones de barriles al día, lo que es poco realista.
Tampoco podemos agarrarnos al clavo ardiendo de las reservas de crudo no convencional como las arenas bituminosas canadienses o venezolanas, pues estas tan sólo representarían una producción de 4,7 y 2 millones de barriles al día, respectivamente. En cuanto a las reservas de carbón, cada vez que el volumen de las mismas es evaluado nuevamente, las estimas tienden a la baja. Así, el volumen de reservas mundiales fue estimado en 861 giga toneladas en 2005, y en 680 en 2011. El gas natural es aún abundante y recientemente se han descubierto nuevos yacimientos en Israel y Mozambique. El gas de esquisto, almacenado en cierto tipo de rocas y obtenido a partir de costosos y contaminantes procesos de fractura hidráulica (“fracking”) podían ser una posibilidad, y de hecho, los yacimientos de gas de esquisto ya han comenzado a explotarse en EEUU (1). Sin embargo, estos yacimientos tienen un problema, el de su rápido agotamiento. Una vez comienza su explotación, la producción de los mismos puede llegar a decrecer entre un 60 y un 90% anual.
Los autores de esta nota también comentan muy oportunamente cómo la economía mundial está íntimamente ligada al consumo de recursos energéticos, y en particular, de combustibles fósiles. Estos autores afirman también que de las 10 crisis económicas que ha sufrido EEUU durante los últimos sesenta años, diez han venido precedidas de un repentino incremento de los precios del crudo. Si la explosión de la burbuja inmobiliaria y crediticia fue el detonante de la crisis económica en el 2008, la explosión del precio del barril de crudo en ése mismo año fue el catalizador de la misma. De hecho, el aumento del precio del litro de gasolina de 75 a 95 céntimos de dólar en EEUU en el periodo 2010-2011 supone que las familias estadounidenses han gastado en gasolina 280 millones de dólares más en 2011 que en 2010.
El incremento del precio del barril de crudo puede estar también detrás de las dificultades económicas por las que atraviesan los países del sur de Europa, enormemente dependientes de las importaciones de crudo del extranjero. Italia, por ejemplo, gastó en 2011 55.000 millones de dólares en petróleo frente a los 12.000 que gastó en 1999. En aquel entonces, el país tenía un superávit de 22.000 millones, actualmente tiene un déficit de 36.000 millones, por supuesto, las causas del mismo no son sólo el incremento en los precios del barril de crudo, pero este, a buen seguro, ha contribuido.
Desde que estallara la crisis financiera en 2008 vemos frecuentemente a políticos y economistas discutir sobre las políticas que pueden devolvernos a la senda de crecimiento de las últimas décadas. Sin embargo, parece que aún no han asumido que el elevado precio de la energía es un problema central, por lo que son incapaces de ver que el cambio de modelo energético es imprescindible.
Por otra parte, los retos derivados del cambio climático y del agotamiento de los combustibles fósiles suelen analizarse de forma independiente, cuando en realidad ambos requieren acciones en la misma dirección; un cambio urgente del modelo energético. Sin embargo, la amenaza climática es vista frecuentemente como imprecisa y lejana, y las acciones para hacer frente a la misma son lentas e ineficientes, la posibilidad de una recesión económica duradera y profunda, cuyas consecuencias podríamos empezar a experimentar mucho antes, puede generar una mayor preocupación y el desarrollo de acciones rápidas y certeras.
Los países o regiones con economías más dependientes de los combustibles fósiles y que tarden más en prepararse para la escasez de los mismos tendrán que enfrentarse a graves problemas económicos décadas antes de que el ascenso del nivel del mar deje sus litorales anegados o la escasez de lluvia y las oscilaciones térmicas comprometan gravemente las cosechas o los suministros de agua.
Las soluciones no son ningún misterio. Actualmente obtenemos tan sólo 55 x 10^18 kilojulios de energía neta por cada 475 x 10^18 kilojulios de energía primaria. La diferencia se debe a las pérdidas en los procesos de conversión y transmisión. Si incrementamos la eficiencia de estos procesos obtendremos mucha más energía quemando menos combustible. Y ésa energía debería utilizarse para el desarrollo de las instalaciones técnicas necesarias para la puesta en marcha de un nuevo modelo energético. También necesitamos medidas políticas, como impuestos a los combustibles para desincentivar su uso, la promoción del transporte público menos contaminante, la disminución del límite de velocidad en las carreteras o un incremento en las partidas presupuestarias públicas destinadas al desarrollo de investigación e innovación en energías renovables. Murray y King afirman que la transformación es posible, pero puede ser lenta y en ocasiones costosa, por lo que hay que empezar cuanto antes.
Referencias
Murray J. y King D. 2012. Oil´s tipping point has passed. Nature 481: 433-435